«… llamada Nazaret»
Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 13-15. 19-23
Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo:
«Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño».
Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel.
Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que se llamaría nazareno.
Palabra de Dios
TOMO LA PALABRA -Florentino Ulibarri
Tras tanto tiempo de silencio,
a veces impuesto
por la costumbre
de quienes se creen con derecho,
y otras muchas aceptado
complacientemente,
con resignación,
miedo
o buscando algún beneficio...
Tras tanto tiempo de sordera,
a veces elegida,
para no escuchar reclamaciones
ni gritos hirientes,
y otras, impuesta
por quienes se creen dueños
de la palabra, de las personas y de la historia...
Tras tanto tiempo sin gestos,
viviendo con los sentidos dormidos,
sin gozo, sin dignidad,
sin espíritu,
y siendo mero objeto
para quienes se hicieron con las bridas
de tus sueños
y los nuestros...
Hoy, tomo la palabra,
desentumezco los sentidos y el rostro,
pienso, opino y proclamo
que existo, sueño y creo.
Tomo la palabra
a tu ejemplo, en el templo,
aunque haya quien me ponga en aprieto
o quiera llevarme donde no quiero.
Tomo la palabra
y rompo lo políticamente correcto
para compartir con quienes lo perdieron todo
y sólo conservan silencios, heridas y huecos.
Tomo la palabra
y dejo que mi espíritu y gestos
anuncien esperanzas
a quienes sufren en silencio y lloran sin consuelo.
Tomo la palabra.
Doy la palabra.
Pregunto.
Escucho y callo.
Y oigo voces de esperanza,
de protesta,
de afecto,
de proyectos...
salidas de las entrañas,
y gestos humanos
que van encarnando
nuestros sueños navideños
y tus sueños evangélicos.
Y pienso, siento y creo
que te estoy siguiendo
y haciéndome hijo
en el templo, en la calle y en casa.
Y para los más pequeños:


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