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Posted by on Abr 4, 2025 in Equipo de Pastoral, Parroquia de San Pedro | 0 comments

«… tampoco yo»

«… tampoco yo»

Lectura del santo Evangelio según San Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.

Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.

Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».

E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.

Jesús se incorporó y le preguntó:
«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».

Ella contestó:
«Ninguno, Señor».

Jesús dijo:
«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».

Palabra de Dios

@quierover.org

A TUS PIES - Florentino Ulibarri

Aquí estoy, Señor, a tus pies,
asustada, y aturdida,
temblorosa y silenciosa,
estremecida y expectante,
sabiendo que he llegado acusada,
pero sintiendo que avivas, en mi corazón,
las cenizas del deseo y la esperanza
y despiertas, con tu mirada y roce
mis entrañas yermas.

Aquí estoy, Señor, a tus pies
rodeada por quienes ves
y sus corazones de piedra,
abrumada por mis hechos
y mi conciencia mal enseñada,
juzgada y condenada
sin poder decir una palabra.
Soy carne despreciada y chivo expiatorio
de quienes pueden y mandan

Aquí estoy, Señor, a tus pies
sin dignidad ni autoestima,
con los ojos desorientados
pero con el corazón palpitando,
con el anhelo encendido,
con el deseo disparado,
aguardando lo que más quiero – tu abrazo–,
luchando contra mis fantasmas y miedos,
desempolvando mi esperanza olvidada,
y nuestros encuentros y promesas enamoradas.

Aquí estoy, Señor, a tus pies,
medio cautiva, medio avergonzada,
necesitada, sin entender nada...
pero queriendo despojarme
de tanto peso e inercia,
rogándote que cures las heridas de mi alma
y orientes mis puertas y ventanas
hacia lo que no siempre quiero
y, sin embargo, es mi mayor certeza.

Aquí estoy, Señor, a tus pies.,
¡Tú sabes cómo!

@alvaro_fraile_

Y para los más pequeños:

https://rezandovoy.org/reproductor/infantil/2025-04-06

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