«… dad, y se os dará»
Lectura del santo evangelio según En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros». Palabra de Dios
PAZ A VOSOTROS - Florentino Ulibarri Paz a vosotros, mis amigos, que estáis tristes y abatidos rumiando lo que ha sucedido tan cerca de todos y tan rápido. Paz a vuestros corazones de carne, paz a todas las casas y hogares, paz a los pueblos y ciudades, paz en la tierra, los cielos y mares. Paz en el trabajo y en el descanso, paz en las protestas y en la fiesta, paz en la mesa, austera o llena, paz en el debate y el diálogo sano. Paz en los sueños y retos sociales, paz en los surcos abiertos de las labores, paz en la pasión pequeña o grande, paz a todos, niños, mujeres y hombres. Paz en las plazas y caminos, paz en los asuntos políticos, paz en vuestras alcobas y ritos, paz en todos vuestros destinos. Paz luminosa y siempre florecida, paz que, al alba, se levante viva y a la noche, nunca muera, paz para vivir en fraterna armonía. Paz que abre puertas y ventanas, paz que no tiene miedo a las visitas, paz que acoge, perdona y sana, paz dichosa y llena de vida. La paz que canta la creación entera, que el viento transporta y acuna, que las flores le ponen perfume y hermosura, y todos los seres vivos con ella se alegran. Paz que nace del amor y la entrega y se desparrama por mis llagas para llegar a vuestras entrañas y haceros personas nuevas. Mi paz más tierna y evangélica, la que os hace hijos y hermanos, la que os sostiene, recrea y anima, es para vosotros, hoy y siempre, mi regalo. ¡Vivid en paz, gozad la paz. Recibidla y dadla con generosidad. Sembradla con ternura y lealtad, y anunciadla en todo tiempo y lugar!
Y para los más pequeños:
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