«…ganar el mundo entero»
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 8, 27-35 En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías». Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días». Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!». Y llamando a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de que le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?». Palabra de Dios
ASOMBRO Y DESCONCIERTO - Florentino Ulibarri No. No estamos acostumbrados, en estos tiempos que corren, a un lenguaje tan directo, tan claro y duro, tan sorprendente y escandaloso, tan incorrecto política, social y culturalmente, tan poco evangélico según los cánones prescritos... ¡y nos crea desconcierto! No. No estamos acostumbrados a oír tu voz apasionada, herida en lo más íntimo cuando intentamos desviarte del camino de tu propia identidad, ésa que te hace ser Hijo, y Mesías para tus hermanos... ¡y nos sobresalta e intentamos dejarla en el olvido! No. No estamos acostumbrados. Y aunque intentemos pasar de largo, su eco resuena dentro y fuera, como el viento llevándose nuestras ambiguas construcciones, palabras y declaraciones... ¡pues la fe que tú pides es otra muy diferente: fe sin justificaciones! No. No estamos acostumbrados a decir con la cabeza y el corazón, solamente, sí, no, a llamar al pan, pan y al vino, vino, sin ambiguas mezclas que defienden el "todo vale" porque no hay que herir voluntades ni libertades de nadie... ¡y así nos va, aunque nos cueste reconocerlo! No. No estamos acostumbrados a escuchar el eco de tu voz, ésa que dirigiste a Pedro y escuchó el resto de los discípulos con asombro y desconcierto: "¡Apártate de mí, Satanás!; tú no ves las cosas como las ve Dios"... ¡Y sin embargo, eso fue lo que salvó a Pedro y os hizo más amigos! No. No estamos acostumbrados... ¡y así nos va!
Y para los más pequeños:

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