«… a favor nuestro»
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 9, 38-43. 45. 47-48 En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros». Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la “gehenna”, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna.” Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga». Palabra de Dios
CAMINO DE TOLERANCIA Y RADICALIDAD - Florentino Ulibarri Vamos a compartir los abrazos y besos que surgen en este instante, los gozos tenidos en el camino, esta naturaleza libre y exuberante y los latidos de nuestro corazón herido. Vamos a compartir lo poco que vamos comprendiendo, la exigua luz que nos alcanza y no retenemos, los intentos fallidos por salir del laberinto y los miedos acumulados de todos los tiempos. Vamos a compartir los borradores de nuestros proyectos no hechos, el clamor de los gritos y del silencio, los balbuceos y suspiros más íntimos y los sudores de nuestro cuerpo. Vamos a compartir la palabra que nos nace de las entrañas, la que nos llega de arriba como escarcha, la que nos surge de manantiales inciertos y la que nos alcanza y puja por ser derramada. Vamos a compartir la tolerancia y la radicalidad de tu evangelio y propuesta abierta, olvidándonos de nuestros dogmas para entrar en tu casa solariega. Vamos a compartir el tiempo de los poemas y de las canciones, de la danza y de la palabra sagrada; la sabiduría de los años acumulada y las yemas que nos quedan de la infancia. Vamos a compartir las enseñanzas del espacio fraterno, el calor de un hogar fecundo, las redes de nuestro trabajo en equipo y las madejas de todos nuestros sueños. Vamos a compartir lo que parecen locas intuiciones, nuestras pocas e inseguras verdades, las sendas y caídas al origen y las cabañas que nos protegen. Nunca compartamos últimas y definitivas palabras, atisbos de superior sabiduría, argumentos sin experiencia, sentar cátedra o verdades absolutas. Compartamos solo la penumbra de la fe, de la caridad y de la esperanza, de la ciencia, de la pobreza y de la gracia, del gozo y la risa humana. Y así, Señor, somos y nos vamos haciendo hijos, hermanos y amigos, pueblo, familia e Iglesia, lo que Tú soñaste para nosotros desde los orígenes, compartiéndonos.
Y para los más pequeños:
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