«… en su casa»
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 1-6 En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?». Y se escandalizaban a cuenta de él. Les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa». No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando. Palabra de Dios
¿POR QUE YA NO NOS SORPRENDES? - Florentino Ulibarri Un día apareció un hombre en el horizonte y reavivó las ascuas de nuestra tenue esperanza . Un día apareció un hombre que tenía magia en la voz, calor en sus palabras y embrujo en su mensaje. Un día apareció un hombre con fe en nuestros gestos, la fuerza de su ser y un corazón grandísimo. Un día apareció un hombre, que hablaba cual ninguno, invitándonos a cambiar la vida y convertirnos. Un día vino un hombre que rompió nuestros esquemas para hacernos soñadores, tiernos y libres. Un día apareció un hombre tan sencillo y humilde que nunca se consideró el centro de sus actuaciones. Un día apareció un hombre que entabló un diálogo sincero porque no buscaba ni pedestales ni engaños. Un día apareció un hombre que tomó la iniciativa y abrió una brecha en nuestra historia y vida. Un día apareció un hombre que se acercó a los más pobres y marginados de su tierra. Un día apareció un hombre que nos invitó a ser sus discípulos y a seguir sus huellas. Un día apareció un hombre que, gratuitamente, nos enseñó el camino para ser hijos de Dios. Un día apareció un hombre que en su pueblo no pudo realizar milagros porque no encontró fe. Un día apareció un hombre tan cercano y transparente que todo él era reflejo y presencia de Dios. Un día apareció un hombre que era vecino nuestro y, en vez de sorprendernos, desconfiamos de él... Un día viniste tú, Jesús. 'Ven hoy también, Señor, y sorpréndenos!
Y para los más pequeños:
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