«Preparad el camino…»
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 1-8 Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”». Se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo». Palabra de Dios
ADVIENTO EN NUESTRA VIDA - Florentino Ulibarri Adviento es una multitud de caminos de búsqueda y esperanza para recorrerlos a ritmo ligero siguiendo las huellas de Abraham, nuestro padre en la fe, de Jacob, enamorado, astuto y tenaz, de Moisés, conocedor de desiertos y guía de tu pueblo, de Isaías, profeta y cantor de un mundo nuevo, de Jeremías, sensible a los signos de los tiempos, de Juan Bautista, el precusor humilde y consciente, de José, el enraizado y con la vida alterada, de María, creyente y embarazada, y con los ojos fijos en quien va a nacer en cualquier lugar y circunstancia. Adviento, en nuestra vida e historia, siempre es una aventura osada que acontece en cualquier plaza, calle y encrucijada, o en el interior de nuestra casa, o en nuestras propias entrañas. Adviento es tiempo y ocasión propicia para preparar el camino: igualar lo escabroso, enderezar lo torcido, rebajar lo pretencioso, aventar el orgullo, rellenar los agujeros negros, despejar el horizonte, señalar las fuentes de agua fresca, no crear nieblas ni tormentas sembrar verdad, justicia y amor y tener el corazón con las puertas abiertas. Te agradecemos, Señor, la reiterada presencia del Adviento en nuestra vida e historia. En él, gracias a tu Espíritu y Palabra, y a nuestra humilde acogida, despunta una nueva aurora.
Y para los más pequeños:
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