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Posted by on Dic 29, 2023 in Equipo de Pastoral, Parroquia de San Pedro | 0 comments

«Luz para alumbrar…»

«Luz para alumbrar…»

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 22-40

Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

Palabra de Dios

@quierover.org

CONFESIONES DE DIOS - Florentino Ulibarri

Cada vez que nace un niño sigo confiando en vosotros,
 porque entregaros un hijo es delegar mucho de mí en vosotros:
es haceros continuadores de mi obra, portadores de mi Espíritu,
 padres y madres de mi evangelio vivo y cuna del mundo al que tanto quiero.

Todo niño viene a través vuestro, 
 toda buena noticia se encarna en vuestro seno.
Pero la fuente de la vida, que encontró cauce en vosotros,
tiene su origen en mis entrañas y en el amor desbordado que a veces os alcanza.

Acostumbraos, pues, a verme en ellos; 
en su frágil transparencia son mi presencia que os ilusiona, mi navidad más humana,
mi palabra encarnada, verdaderos sacramentos en la historia.
En ellos abrazáis mi ternura hecha carne vuestra;
en ellos os solidarizáis con mi debilidad e impotencia,
y también con mis sueños y esperanzas más íntimas.


Deteneos de vez en cuando ante ellos, contempladlos despacio: estáis ante el misterio de la vida,
ante el milagro del amor, ante la mejor buena noticia, gratuita.
Olvidaos de precios, compras y rescates;
las dos tórtolas o los dos pichones son para reclamar vuestra atención y presencia.

Permanezco junto a vosotros, día y noche, empeñado en cuidarlos, y cuidaros, con mimo
para que crezcan y continúen mi obra, -la vuestra, la nuestra, entendámonos-.
Contad siempre conmigo.
Yo me alegro de poder contar con vosotros.

Y para los más pequeños:

https://rezandovoy.org/reproductor/infantil/2023-12-31

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