«Hágase…»
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-38 En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró. Palabra de Dios
ESPERAR COMO MARÍA - Florentino Ulibarri Esperar bien despiertos, pero no desvelados. Esperar caminando, pero no adelantándonos. Esperar embarazados, pero no adueñándonos. Esperar expuestos, pero no a cualquier viento. Esperar sedientos, pero no yermos. Esperar entre niebla, pero no perdidos en esta tierra. Esperar con velas encendidas, pero no consumidos. Esperar ofreciéndonos, pero no vendiéndonos. Esperar preparando tu camino, pero no encorvándonos. Esperar en silencio, pero cantando a lo que va viniendo. Esperar gestando, no abortando. Esperar acogiendo, no reteniendo. Esperar dándonos, no reclamando. Esperar en silencio, no alborotando. Esperar compartiendo y disfrutando. Esperar aunque sea de noche y no veamos signos en el horizonte. Esperar a cualquier hora del día, aunque nos quedemos solos y se rían. Esperar en soledad... ¡y en compañía! Esperar con mucha paz, pero pellizcados por los hermanos. Esperar anhelando, pero mecidos en su regazo. Esperar mirando a lo alto, pero con los pies asentados. Esperar refrescándonos en tus manantiales vivos y claros. Esperar encarnados y ya naciendo a tu Reino. Esperar en este tiempo de crisis y recortes. Esperar con el Evangelio en la mano. Esperar con los que vienen y con los que se van. Esperar disfrutando lo que se nos ha dado. Esperar viviendo y amándonos. Esperar trabajando y profetizando. Esperar sufriendo, pero enamorándonos. Esperar pregonando lo que nos has dado. Esperar con las entrañas listas para la acogida. Esperar, para que no pases de largo. Esperar con mucho gozo y osadía. Esperar con humildad atentos a toda brisa. Esperar que el Espíritu fecunde nuestra vida, Esperar el milagro de tu presencia viva. Esperar tu encarnación definitiva en esta tierra. ¡Esperar como María!
Y para los más pequeños:
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