«… reunidos en mi nombre»
Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 15-20 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos. Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Palabra de Dios
SI SE PIERDE UN HERMANO... - Florentino Ulibarri Si se pierde un hermano, si se pierde un hijo, si se pierde el vecino, el compañero, el amigo o el enemigo... ¿qué he de hacer, Dios mío? Lo buscaré sin descanso, día y noche, por senderos, charcos y bosques, playas y desiertos, montañas y valles, pueblos y ciudades e inhóspitos lugares, con mis pies cansados y corazón anhelante. Lo llamaré, con mi voz rota, por su nombre y no cejaré hasta encontrarlo y abrazarlo; y le diré con ternura y pasión de hermano: Estoy preocupado y angustiado por ti y siento que nuestras vidas necesitan dialogarse. Y si no se detiene y me da la espalda, o hace oídos sordos a mis palabras, o me desafía con los hechos o su mirada, juntaré, antes que oscurezca, la ternura de dos o más para ahogar su resistencia con fraternidad desbordada. Y si el fuego de tu Espíritu y de los hermanos no hace mella en sus gélidas entrañas, juntaré centenares de cálidos hogares para que alumbren su noche oscura y derritan sus hielos invernales. Y si tal torrente de ternura, gracia y respeto no doblega su tronco altivo y yermo, lo cubriré con mi ropa para protegerlo y lo lavaré sin descanso con mis lágrimas hasta cicatrizar sus heridas y devolverle la alegría. Y si a pesar de ello no sigue tu camino, le perdonaré como tú nos enseñaste; y si es preciso me convertiré en rodrigón de su vida, historia y suerte, renunciando a otros proyectos personales. Y así ganaré a mi hermano y la vida que nos prometiste. ¡Bendito seas, Señor, que nos haces fuertes para curar y ser curados, hoy y siempre, para amar al hermano y ser por él amados! ¡Bendito seas, Señor, por invitarnos a crear, vivir, salvar y cultivar la fraternidad!
Y para los más pequeños:
Comentarios recientes