«… soy el camino…»
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-12 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre». Palabra de Dios
LA CASA SOLARIEGA - Florentino Ulibarri Hay una casa en mis sueños que es casa solariega con mucha historia, espaciosa, bien asentada y acogedora. Está abierta a cualquiera que pasa y detiene su marcha para compartir lo que lleva en su alforja y en su alma. Es casa con umbral y ventanas, limpia y bien oreada, que ofrece siempre descanso y paz, diálogo, alimento y fresca agua. Tiene muchas estancias, muy diversas y bien preparadas, pues está pensada con amor para hijos e hijas diferentes que andan errantes. Dicen los más ancianos que su hacedor y Señor marchó, a otros lares a abrir nuevos horizontes, y nos dejó su casa solariega para ser felices. Hoy día parece estar fuera de los caminos que frecuentan la mayoría de los hombres y mujeres, poco atractiva y necesitada de gran reforma. Pero dicen los que cuentan historias, que quienes entran en ella desnudos y sin prejuicios, a pesar de las apariencias, tarde o temprano, vuelven y se aposentan. Hay una casa en mis sueños, Señor, que es tu casa solariega, que me atrae y emociona con su historia, con sus inquilinos y sus ofertas.
Y para los más pequeños:
Comentarios recientes