Evangelio dominical – Santísima Trinidad
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 16-18
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
LO CREO, LO SIENTO, LO SÉ
Sé que las imágenes
pueden confundirme y hasta engañarme.
Sé que los nombres no alcanzan
a decirte por mucho que los ajuste.
Sé que las palabras se quedan cortas
en todas sus expresiones.
Y, a pesar de ello, te nombro, te sueño,
y te hago palabra e imagen para conocerte,
Como Padre,
tu querer es siempre amor
y da la vida a todo lo creado,
a nosotros también, aunque no lo sepamos,
desde el principio de los tiempos,
pasando por nuestros días, hasta la eternidad.
Como Hijo
viniste a nuestro encuentro
y te hiciste como nosotros;
tu palabra es vida que ayuda y consuela;
te haces carne para el hambriento
y bebida para el sediento;
santificas y alegras nuestros pasos
y acompañas nuestro vagar hacia la eternidad.
Como Espíritu,
tu presencia nos acompaña
y es luz y sombra, fuego y brisa
que empuja la historia y a todos nosotros,
hacia la plenitud, dándonos paz y amor
Tanto nos amas que eres Trinidad,
Dios abierto y entregado sin reservas.
Lo creo, lo siento, lo sé.
Y para los más pequeños:

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