Pages Menu
Categories Menu

Posted by on Abr 24, 2020 in Equipo de Pastoral, Parroquia de San Pedro | 0 comments

Evangelio dominical – III domingo de Pascua

Evangelio dominical – III domingo de Pascua

EVANGELIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 24, 13-35

Aquel mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén nos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo:

«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».

Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:

«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».

Él les dijo:

«¿Qué?».

Ellos le contestaron:

«Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».

Entonces él les dijo:

«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.

Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:

«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.

Y se dijeron el uno al otro:

«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».

Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón»

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor.

Quédate – Ulibarri

Quédate, Señor, que se hace ya tarde,
que el camino es largo y el cansancio grande.
Mantén en ascuas nuestro corazón torpe,
disipa nuestras dudas y temores.
Quédate a decirnos tus vivas palabras
que aquietan la mente y encienden el alma.
Míranos con tus ojos de luz y vida,
devuélvenos la ilusión perdida.
Quédate y límpianos rostro y entrañas;
quema esta tristeza, danos esperanza.
Lava las heridas de estos pies cansados;
despiértanos a la vida con gestos humanos.

Quédate y comparte nuestra comida
y muéstranos, paciente, tus enseñanzas.
Pártenos el pan de tu compañía;
ábrenos los ojos de la fe dormida,
danos sabiduría para caminar a tu lado
Quédate y renueva valores y sueños;
danos tu alegría y tu paz de nuevo.
Condúcenos siempre al mundo, a la vida,
para ver tu rostro en los hermanos cada día.
Quédate, Señor, que se hace ya tarde,
que el camino es largo y el cansancio grande.

Y para los más pequeños:

https://rezandovoy.org/reproductor/infantil/2020-04-26

Post a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.